El debut de la periodista Alejandra Matus como dramaturga, llega con esta obra dirigida por Los Contadores Auditores, que desde un humor negro aborda una ficticia relación de amistad entre las figuras de Salvador Allende, Augusto Pinochet y Lucía Hiriart. Un montaje donde el absurdo, el kitsch y la música se unen en una casa de reposo en Miami.

"En 1973, en el momento en que Allende se prepara para suicidarse en La Moneda, un agente infiltrado de la KGB le inyecta un suero experimental que lo hace inmortal (DORIAN1). Lo saca en secreto y lo lleva a un asilo de ancianos ubicado en el Cayo Tavernier, cerca de Miami. En 2006, cuando agoniza, Pinochet recibe el suero, que se ha perfeccionado por un acuerdo entre Moscú y la CIA, tras la caída del muro de Berlín (DORIAN2) y es llevado al mismo asilo. La coexistencia pacífica que han logrado los residentes se ve interrumpida por la llegada de una inesperada paciente".

Así comienza El asilo contra la opresión, un montaje que mezcla la construcción histórica de tres personajes fundamentales para la historia nacional, con toques de musical y humor negro, para imaginar una relación de amistad en un asilo de ancianos muy particular. La periodista Alejandra Matus escribe su ópera prima de ficción, tras una galardonada carrera en investigación y publicaciones como El libro negro de la justicia chilena y Doña Lucía.

El texto de Matus cuenta con la dirección de la consagrada dupla de Los contadores auditores (Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares) y un elenco de experimentados actores: Carlos Donoso en el papel de Pinochet, Jaime Omeñaca como Salvador Allende, y la actriz y comediante Natalia Valdebenito, en el rol de Lucía Hiriart. Los tres interactúan con agentes de inteligencia internacionales, bailarinas del Bim Bam Bum, enfermeras y hasta el mítico cantante Juan Gabriel.

“Es una comedia que a través del humor toca temas duros y difíciles. La incomodidad que el público pueda sentir con ciertos temas o ciertos pasajes sirva para reflexionar y empujar el proceso de memoria y el proceso de sacar debajo de la alfombra cosas de las que no nos hemos atrevido a hablar”

— Alejandra Matus, dramaturga.

La compañía utiliza una estética de ciencia ficción inspirada en un Miami beach tropical. Colores rosado, verdes y amarillos, guayaberas, piñas y martinis matizan la sátira que protagonizan los trece artistas en escena y que contrasta con un oscuro pasado. Así, vemos a una Lucía Hiriart en abrigo de piel y anteojos angulosos como una diva decadente atrapada en la obsesión por rejuvenecer. “Es un personaje súper difícil—cuenta Natalia Valdebenito— tuve que desafiar el lado oscuro que todos tenemos. Pero junto a la ayuda del libro de Alejandra, mi propia investigación y escuchar su voz, ha sido posible. No quieren saber los sueños que tengo”.

En el elenco también están Carmen Disa Gutiérrez, Tatiana Molina, Francisca Ortiz, Nicolás Pavez, Camila Le-Bert y Elvis Fuentes junto a una nueva camada de actores jóvenes como Handra Huequemán, Carlos Medina, Paula Magné y Germán Pinilla. “Nuestra idea era optar por lo intergeneracional y juntar a estudiantes recién salidos con gente con mucha trayectoria. Es un elenco que combina visiones del teatro y son todos muy buenos comediantes”, agregan Los contadores.

Dramaturga: Alejandra Matus | Dirección: Los Contadores Auditores | Elenco: Jaime Omeñaca, Natalia Valdebenito, Carlos Donoso, Carmen Disa Gutiérrez, Tatiana Molina, Germán Pinilla, Camila Le-Bert, Juan Pablo Larenas, Carla Casali, Handra Huequemán, Carlos Pacha Medina, Paula Magné Palacios, Francisca Ortiz | Diseñadora: Laurène Lemaitre | Diseño Sonoro: Felipe Martínez | Coreografías: Handra Huequemán y Paula Magné Palacios  Pelucas: Carla Casali  | Maquillaje/Caracterización: Rubén Aravena | Producción: Daniela Moraga | Iluminación: Rodrigo Burgos | Sonido: Christian Pérez | Tramoyas: Matias Trujillo y Viviana Araya.
Coproducción GAM, Teatro BioBío y Fundación Teatro a Mil.

“Nos interesa revisitar este hecho histórico desde el humor, sin faltar el respeto ni reírnos. La reflexión que se hace en las comedias es tan importante como se hace en la tragedia. Han pasado más de 50 años y queremos refrescar al espectador del antiguo color sepia”

— Felipe Olivares, codirector.

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