Los artistas Andrés García Figueroa y Sol Guillón fueron los encargados de intervenir los cinco tramos que la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas puso a disposición en GAM. Ambos muralistas apostaron por nuevas propuestas tecnológicas para la confección de sus creaciones, utilizando impresiones a escala natural y diseño computacional.
Ambas intervenciones del espacio público tienen como finalidad llevar el arte a la ciudad, según relatan sus autores en distintas entrevistas al sitio web aboutsantiago.cl.
Un mural participativo
Reflejar a la gran mayoría de los chilenos, por medio del arte popular y la cosmogonía andina era el objetivo que deseaba graficar Andrés García en su mural. También abordó el concepto de extinción de una manera social y sembró pequeños textos a lo largo de la extensa muralla con el fin de dejar pensando a los transeúntes. “Mi pintura, en verdad todo lo que hago, tiene que ver con descubrir, el estar enfrentado a un caos, pero dentro del caos hay un orden”, concluye el artista.
El incorporar tecnología le permitió dar una guía a los peatones que quisieran ayudar a pintar. La impresión del papel a tamaño real se convirtió en una solución más rápida para la confección del mural, ya que otros métodos eran imposibles de llevar a cabo. Luego las personas colaboraban con la base de látex, según los puntos de colores impresos en cada segmento.
Además de la colectividad, el muralista contó con el apoyo de expertos en el graffiti. “Me ayudó también un grupo de graffiteros de Peñalolén, Ohana. Ellos tuvieron libertad de graffitear, lo mío era plano, tenía definido los colores, pero ellos aportaron mucho, todo lo que está graffiteado es de ellos, las sombras, los colores, todo lo que está ahí entremedio.”
La musicalidad de Gabriela Mistral
La obra de Sol Guillón se caracteriza por estar construida con un alto componente de arte cinético. Su propuesta es una alusión a la representación visual del sonido y poema de Gabriela Mistral “Carro del cielo”. La artista dividió el poema en dos, relacionando diferentes versos con colores fríos y cálidos, confeccionando un cuarteto de colores y un terceto de relieves sobre una base gris.
“Siempre he encontrado que la poesía y la música tienen cosas en común, por esto de los ritmos, de las estrofas, de las sensaciones que te produce. Y siento que todas las artes están combinadas, entonces era unir las tres cosas. Ahí metí todo en un caldero: la poesía, la música, las artes visuales; lo revolví y salió esto”, expresó Sol Guillón.
La construcción del mural se realizó a través de un modelo en computador para luego adaptarlo al espacio disponible. Además, Guillón se percató que el edificio de la UNCTAD III estaba en permanente diálogo con su trabajo, por los efectos de la iluminación y la atmósfera de los jóvenes que se reúnen a bailar en torno a ella.
“Cuando uno está trabajando ahí descubre cosas, como el sol cuando pasa por estos hoyitos y hace que el mural vibre, además de los efectos del color, los relieves y la posición. También pasa algo con la sombra encima, además que cada palito proyecta su propia sombra. Entonces el mural baila junto a los jóvenes que están en el GAM”.