Historia
Parte importante de la historia reciente de Chile está contenida en el edificio de GAM. Sus sucesivas fases son simbólicas de los cambios sociales y políticos en el país. Reparar y valorar la memoria nacional forman parte de la refundación del centro, un hito histórico de Santiago.
Se emplaza en un edificio histórico del centro de Santiago que se inauguró en 1972 como sede para la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, UNCTAD III, donde se discutió cómo superar la pobreza. Se construyó bajo el gobierno de Salvador Allende, en un tiempo récord de 275 días. Fue un hito latinoamericano de modernidad arquitectónica y utopía constructivista. En su diseño y realización participó ampliamente la ciudadanía, que luego lo utilizó como punto de encuentro cultural bajo el nombre de Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral.
Tras el golpe de Estado de septiembre de 1973, la junta militar cerró el lugar y lo transformó en su centro de operaciones bajo el nombre de Edificio Diego Portales. Con el retorno a la democracia, en 1989, el espacio se volvió sede para congresos y encuentros; la torre trasera albergó al Ministerio de Defensa.
A comienzos de 2006, un incendio destruyó parte de la construcción, lo que impulsó al gobierno de Michelle Bachelet a replantear su sentido original y devolverlo a la ciudadanía. Se reconstruyó con 22 mil metros cuadrados que integran la transparencia y la apertura a la ciudad. Se rebautizó en septiembre de 2010 como Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM, para hacerse cargo de la historia de su sede, y proyectar desde allí su relación con la ciudadanía y su entorno
Archivo de Arte y Arquitectura
Revisa el Archivo Digital GAM que provee libre acceso para consulta a los archivos patrimoniales de interés público sobre la UNCTAD III. Es una investigación archivística centrada en los años 71 y 72, que incluye más de 600 documentos, entre publicaciones de prensa, fotografias, documentos oficiales, maquetas de obras y material audiovisual.
1972 UNCTAD III
El 3 de abril de 1972 se inauguró el imponente edificio para la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD III).
Fue un ejemplo de trabajo en tiempo récord: en 275 días, los arquitectos José Covacevic, Hugo Gaggiero, José Medina, Juan Echenique y Sergio González Espinoza coordinaron a un equipo conformado en partes iguales por obreros y voluntarios, que cumplían turnos de hasta doce horas diarias. «Chile está mundialmente comprometido», exhortaba el presidente Salvador Allende a los trabajadores ante el plazo de entrega de las obras. «Es la palabra de la patria a través de sus trabajadores, técnicos y empresarios, y esa palabra tiene que cumplirse».
La promesa se cumplió, y el país aplaudió el esfuerzo. Tres mil delegados de 140 países asistieron a la conferencia. Una piedra del escultor Samuel Román, hoy desaparecida, guardó las palabras que marcaron la fundación: “Este edificio refleja el espíritu de trabajo, la capacidad creadora y el esfuerzo del pueblo de Chile representado por sus obreros, sus técnicos, sus artistas y sus profesionales”. La frase está grabada en las escaleras exteriores de GAM.
Una vez terminado el encuentro, el edificio pasó a ser administrado por el Ministerio de Educación bajo el nombre de Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral. Durante poco más de un año, funcionó como un activo lugar de encuentro ciudadano y centro cultural.
Extracto de documental de Ignacio Agüero, que reconstruye su historia: los tijerales de 1972, encabezados por el presidente Salvador Allende; el primer reportaje televisivo al interior del edificio sobre la colección de arte donada al edificio; el discurso de Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1974 en el desaparecido Salón Plenario; la rutina del edificio Diego Portales bajo ocupación militar, y el incendio de marzo de 2006, que selló la refundación para la ciudanía y la cultura del Centro GAM.
Discurso de inauguración del Edificio de la UNCTAD III del Presidente de la República, Salvador Allende Gossens, 3 de abril de 1972.
UNCTAD 360
El proyecto UNCTAD 360º es una reconstrucción virtual del edificio original, donde el público podrá vivir una experiencia inmersiva en el inmueble, recorrer sus pasillos y encontrarse con las obras de arte desaparecidas. El desarrollador del proyecto, David Molina con la asesoría de investigación de David Maulén, indagó por más de 12 años el diseño del edificio y reconstruyó piso por piso, sala por sala, lo que fue la UNCTAD en 1972.
El trabajo incluye la recuperación de algunas obras perdidas de artistas como Nemesio Antúnez, Guillermo Núñez, Carlos Ortuzar, Lucy Rosas, entre otros. "También puedes encontrar objetos como un televisor Antu de producción nacional, un computador IBM360 que se utilizó en la construcción del edificio y el tótem de informaciones que fue diseñado por un equipo de mujeres. He querido respetar el espíritu original de los técnicos, trabajadores y artistas que participaron en la construcción del edificio, donde las obras de arte no fueron firmadas y se integraron al edificio como parte del dominio público", comenta David Molina.
Este modelado 3D patrimonial, está disponible gratuitamente en este link.
Entrevista a los artistas y precursores con motivo de los 50 años UNCTAD III
1972 Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral
La segunda vida del edificio que hoy aloja a GAM duró apenas un año, por lo que no muchos memorizaron su nombre. Tras celebrarse la Unctad III, la sede pasó a manos del Ministerio de Educación y a llamarse Centro Metropolitano Gabriela Mistral. Allende quiso obsequiársela a los ciudadanos, así como entregarle la torre a las mujeres y a los niños chilenos.
En su discurso del 17 de mayo de 1972, habla de convertir el edificio en un gran Instituto Nacional de la Cultura donde sean, sobre todo los estudiantes, los que le den vida. “Queremos que la cultura no sea el patrimonio de una elite, sino que a ella tengan acceso —y legítimo— las grandes masas preteridas y postergadas hasta ahora”, declamó.
El Centro Metropolitano Gabriela Mistral se inauguró en septiembre de 1972 con un concierto de Quilapayún en la Alameda, y tuvo como directora a Irma Cáceres. Conocida como “la pequeña Lulú” en el mundo político por su carácter peleador, a sus 94 años, cuenta cómo fue realizar su gestión en una época en que las mujeres no solían tener cargos directivos.
“Era un edificio de brazos abiertos. Nadie podía prescindir de ese lugar porque concentraba los eventos artísticos y político-sociales de la época”, recuerda quien lo visitaba a menudo, el escritor Roberto Brodsky.
La programación era diversa y se financiaba en gran parte con las comidas del fabuloso casino que heredó de la Unctad III y que reunía a distintas clases sociales. En el Centro Metropolitano Gabriela Mistral Inti-llimani tocó Canto para una semilla y hasta el Golpe de Estado, hubo conversatorios, teatro, danza y arte latinoamericano.
Extracto entrevista a Irma Cáceres, realizada por la periodista Gabriela García para el libro GAM 10 años.
“Había mucha vida en el edificio”
Sentada en su casa en Lo Cañas y con la mesa cubierta de fotografías en blanco y negro, quien fuera directora del Centro Metropolitano Gabriela Mistral, recuerda como se le devolvió el edificio a la ciudadanía post UNCTAD III. Era un museo abierto, un escenario para actividades culturales que además ofrecía un casino que acogía a 600 comensales. Fue el punto de encuentro de una sociedad efervescente hasta que lo comenzaron a apedrear.
Fue hace 47 años, pero Irma Cáceres de Almeyda aún lo recuerda. Esa mujer de lentes de marco grueso y chaleco con rombos que aparece en la fotografía en blanco y negro que sostiene en las manos, es ella, en 1972.
Imposible que el tiempo borre una etapa tan significativa. Designada directamente por Salvador Allende para dirigir el Centro Metropolitano Gabriela Mistral, fue quien se encargó de darle una nueva vida al edificio construido para albergar la Unctad III.
La misión de Irma era devolvérselo a la ciudadanía.
—¡Yo era tan feliz trabajando ahí! tenía la sensación que servía, que era necesario. Tener un trabajo que me permitía dar a conocer Chile, era realmente un privilegio. Darle entrada a una serie de gente que no tenía posibilidad en otras partes, de amplitud… se vivía, se trabajaba y se podía hacer mucho adentro —dice hoy, a sus 94 años.
En tiempos en que era difícil que las mujeres ocuparan puestos directivos, Irma dejó huella. Al Centro Metropolitano Gabriela Mistral le decían coloquialmente “el edificio de las mujeres”, porque además de las oficinas que tenían que ver con su administración, y que estaban ubicadas en el cuarto piso de la torre, también estaban las de la Secretaría de la Mujer.
Conocida como “La pequeña Lulú” en el mundo político por su espíritu autónomo y peleador, fue en este lugar donde quien había estudiado Derecho e Historia y Geografía, había criado tres hijos, pero sobre todo acompañaba a su marido, el Ministro de Relaciones Exteriores, Clodomiro Almeyda, adquirió luz propia.
El desafío que tomó Irma no era menor, considerando las dimensiones del edificio: el Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral tenía que auto solventarse con el dinero que entraba del casino, que se había levantado al interior para 600 personas, pero también con el arriendo de salas.
Para su sorpresa, organizaciones como la CUT o la FECH se peleaban ese espacio. Al final todos querían estar ahí:
-Había mucho interés. Viajeros que llegaban a Santiago… era el lugar para ir a visitar- dice apuntando la fotografía donde se ve ella de espaldas a un calendario repleto de actividades, trabajando.
Irma prácticamente vivía allí, ordenando una programación que ella no recuerda con precisión, pero que incluía desde espectáculos de danza y teatro emergente, hasta mesas redondas y exposiciones de orfebrería mapuche y minerales chilenos.
-Hubo una muestra de arte latinoamericano particularmente exitosa —dice Irma. A través de las embajadas conseguimos que los países del Pacto Andino (Bolivia, Ecuador, Argentina, Colombia y Venezuela) nos enviaran una pequeña muestra de su artesanía. No era habitual, no era algo tan grandioso, pero era representativo, muy del pueblo. Este tipo de contacto dentro de Chile y con Latinoamérica era muy cálido y cercano —recuerda.
Entrevista a Irma Cáceres, Secretaria ejecutiva del Centro Metropolitano Gabriela Mistral, de la revista “En Viaje”, 1972, .ed. Ferrocarriles del Estado:
1973 Edificio Diego Portales
Un decreto-ley dictado tres meses después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 convirtió el centro cultural en la sede del nuevo gobierno militar, el cual cambió su nombre por el de Edificio Diego Portales.
Hasta 1981 funcionaron allí los poderes Ejecutivo y Legislativo, y sus salones se convirtieron en espacios resguardados y estratégicos para las decisiones de la Junta militar. El edificio fue clausurado al público, su exterior fue enrejado, y el grueso de su colección de arte fue retirada, destruida y dispersada.
En 1981 las oficinas de la presidencia retornaron al Palacio de La Moneda y el edificio continuó como sede legislativa. Su salón plenario solía ser el escenario de los discursos que Augusto Pinochet dirigía en cadena nacional a la ciudadanía o a sus funcionarios.
Como sede del centro de prensa dispuesto para el plebiscito de 1988, el Diego Portales acogió el anuncio histórico que confirmó la decisión popular de volver a la democracia.
A partir de 1990, ya asumido el gobierno de Patricio Aylwin, el edificio sirvió como centro de conferencias y convenciones, y una de sus torres se volvió sede del Ministerio de Defensa.
2006 Refundación
En marzo de 2006, un incendio destruyó parte de la construcción, lo que impulsó al gobierno de Michelle Bachelet a replantear su sentido original y devolverlo a la ciudadanía como un gran centro cultural.
El gran salón plenario, con capacidad para dos mil personas, fue el espacio más afectado por el incendio que la tarde del 5 de marzo de 2006 destruyó el sector oriente del edificio. Un cuarenta por ciento de la construcción fue dañado, además de la destrucción parcial de los salones Blanco y Azul y el derrumbe de la estructura metálica del techo. El incendio movilizó a trescientos voluntarios del Cuerpo de Bomberos, cuyo informe oficial atribuyó el inicio del fuego a un recalentamiento en la red eléctrica del edificio.
Constatados los daños y despejados los escombros, el gobierno de Michelle Bachelet abrió una consulta interministerial para decidir qué hacer con la infraestructura. Un comité integrado por los ministros de Vivienda, Bienes Nacionales, Educación y Defensa, abrió el rediseño del edificio a un concurso internacional de arquitectura. En las bases se especificó la necesidad de recuperar el sentido original del espacio, y «devolverle a la ciudadanía un edificio creado para el pueblo». En diciembre de 2007 se declaró ganadora la propuesta de las oficinas de Cristián Fernández arquitectos asociados y Lateral Arquitectura, entre un total de 55 proyectos.
El arquitecto Miguel Lawner, quien coordinó los equipos de construcción en 1972, fue uno de los protagonistas del renacimiento del centro Gabriela Mistral. Junto a otros trabajadores del edificio UNCTAD III se opuso a su licitación y defendió su reorientación como centro cultural. «Pocas veces puede afirmarse con más propiedad que el pueblo hizo suyo este edificio. Confiamos en que ese mismo espíritu original anime a la gestión del nuevo Centro Gabriela Mistral en esta etapa histórica de su renacimiento», señaló en el encuentro Arquitectura y memoria que se realizó en la inauguración de GAM.
2010 Centro Gabriela Mistral
Siete mil personas celebraron la apertura junto a autoridades de Gobierno y protagonistas del mundo cultural.
El edificio del centro cultural sirvió de telón y escenario para proyecciones visuales y un concierto que recreó versiones sinfónicas de los catálogos de Violeta Parra y Víctor Jara a cargo de la Orquesta de la Universidad de Concepción (bajo la dirección del maestro Rodolfo Fischer), los cantantes Claudia Acuña y Manuel García, y los coros de la USACH y UNAB.
“Esta noche estamos inaugurando recién la primera etapa, pero sabemos muy bien que tenemos un compromiso con las etapas que vendrán”, explicó el presidente Sebastián Piñera, al inaugurar el hito arquitectónico del bicentenario.
En su primera etapa de remodelación, el Centro destaca por la transparencia y organización que proyecta la vida interior del edificio hacia el exterior, fundiéndose con la rutina de su entorno. Es un edificio conectado con la ciudad pero, a la vez, capaz de acoger realidades autónomas para la creación y el silencio. Cristián Fernández, arquitecto a cargo de la remodelación, señala: "El edificio simplemente se amoldó a un diseño urbano que, a nuestro entender, refunda la relación del lugar con su contexto”.